Este antiguo método se caracteriza por una secuencia de posturas ligadas entre sí y sincronizadas con la respiración. La respiración une el cuerpo con la parte más profunda de la mente.
Practicando con regularidad, el cuerpo, y los órganos sensoriales entran en conexión, experimentándose así un estado de tranquilidad, y bienestar. De esta manera se producen beneficios a nivel físico, neurológico, fisiológico, motor, emocional y espiritual.
El vinyasa, es decir, el movimiento sincronizado con la técnica ujjayi, regula la respiración y garantiza una buena circulación sanguínea. Esto da como resultado un cuerpo fuerte y ligero.
Cuando la respiración y el movimiento fluyen sin esfuerzo y en perfecta armonía es cuando la práctica de ashtanga yoga trasciende la conciencia y se envuelve en la ligereza de una meditación en movimiento.